Después de rescatar a Ónix, decidimos ir a por su mamá para castrarla, pero nos encontramos con un panorama desolador. Pensábamos que Ónix era hija única o sus hermanos ya no estaban vivos. Pues no, nos encontramos con otros dos negritos con los ojitos fatal y nos dispusimos a un nuevo rescate.
Fue fácil cogerlos por su dificultad para moverse sin ver.
Precisamente Azabache fue el que más se revolvió al sentir una mano extraña que salió de la nada y le atrapó, pegó mordisco y todo.
En las primeras curas, cuándo le íbamos a coger del jaulón, Azabache nos recibía con un bufido, parecía una pequeña serpiente asustada; luego, ya envuelto en la toalla para echarle las gotitas y administrarle un antibiótico, se dejaba hacer todo lo que queríamos, eso sí con una serie de gruñiditos y bufidos que nos hacían reír porque eran más grandes que él, pero puro teatro. Bastaban unas caricias debajo de su boquita para que cerrase los ojitos y notásemos que sí, que eso le gustaba.
Cuándo lo llevamos a su acogida, Germán, le pusimos deberes “en una semana tienes que hacer que ronronee”, pues no hizo falta tanto, Germán ha resultado ser una acogida adelantada e hizo muy bien sus deberes; a los dos días ya lo tenía a sus pies, ronroneando y haciendo la croqueta como un loco.
Azabache va a ser un gato de esos que dicen manta. Tuvimos que enuclearle un ojito por perforación, pero es igual de guapo con dos o con uno. Es nuestra debilidad. Son 2 mesecitos de vida pero quiere formar parte de tu familia para siempre si tu le dejas.
Ahora sólo buscamos a alguien muy especial….