Era 25 de diciembre, arrastraba sus patitas traseras, alguien nos dijo que le llevaban viendo en ese estado desde hacía una semana.
Los voluntarios de 4gatosMadrid.org lo rescatamos con caza, salvando una alambrada detrás de la que él se protegía del humano y de otros animales que aprovecharían su debilidad para hacerle daño.
Cuando le llevamos al veterinario, en un estado lamentable, no nos dio muchas esperanzas.
Pensábamos que había sido un atropello y que la pérdida de la musculatura de sus patas traseras se debía a que no podía moverlas porque las tenía rotas. Nada más lejos de lo que parecía. No tenía ni un hueso roto, pero sí varios mordiscos que le habían producido una septicemia que le llegaba hasta el abdomen y temíamos que le hubiese afectado a médula, eso sería fatal.
Claus no llevaba una semana así, no habría llegado al estado en el que nos los habíamos encontrado. Se estaba muriendo poco a poco de una infección terrible y dolorosa, pero estaba luchando por sobrevivir y arañando la vida, reptando y escondiéndose para no ser más vulnerable y morir…
Estábamos en la obligación de ayudar a un ser vivo que se había aferrado a la vida con uñas y dientes a la vida.
Pensar en el dolor que había tenido que sufrir nos aterró, sus patitas traseras estaban quemadas por el arrastre; en las ingles y la parte interna de sus muslos se le habían adherido cantidad de cardos secos, cuyos pinchos laceraban su piel y carne; su único testículo tenía una inflamación anormal.
Tuvimos que ingresarle de urgencia en un hospital veterinario durante 5 días, con antibioterapia, analgésicos, curas diarias y realizándole infinidad de pruebas. Desde el segundo día Claus empezó a responder favorablemente, agradecido y confiado, sabía que le habíamos salvado, él apostó por su vida y nosotros también.
Se le tuvo que hacer rehabilitación a la que respondió a las mil maravillas, recuperando su movilidad al 100 %.
Cuando nuestro veterinario vio los avances que había hecho, nos dijo: «Menudo regalo de Navidad le habéis hecho a Claus»
Tan sólo hacía una semana que sus patas traseras no tenían movilidad. Hoy Claus nos demuestra una vez más que los gatos no son de este planeta.
Sus ganas de vivir, nos dan una lección de vida y nos hace sentirnos, egoístamente, mejores personas.
Salvar vidas alimenta el espíritu, damos y recibimos infinitamente más de ellos. Él ha sido el que nos ha hecho el mejor de los regalos, no hay regalo mejor que éste, lo material se estropea y es perecedero, la vida es un regalo que no tiene precio.
Gracias, Claus, por darnos el regalo de ver nuestro esfuerzo recompensado, te queremos…
Actualmente se encuentra haciendo las delicias de su casa de acogida. No es mimoso, es mucho más que eso, no es un gato manta, es un gato pegatina, adorable, tierno y dulce. Desde el minuto uno, se ha dejado manipular, querer y ser querido…