Un trapo es un trozo de tela viejo, que ya nadie quiere y tiramos en cualquier sitio lejos de la vista. Eso hicieron con él. Trapo apareció de repente en la colonia de Los Intocables de Fuenlabrada. Unos vecinos nos avisaron diciéndonos que había un gato desconocido en un estado lamentable. Cuando fuimos a verlo nos impactó su aspecto. Aquel gato debió de ser en sus buenos tiempos un precioso rubio de pelo semilargo y ojos castaños.
Ahora sus patas y su naricita estaban cubiertas de una saliva negra y maloliente, sus ojos apenas los podía abrir, su piel comida por la tiña y muerto de hambre. No sabemos cómo pudo llegar allí o quién pudo abandonarle. Un deterioro tan severo no se consigue en un día. Trapo no es agresivo, ni asilvestrado es, simplemente, un gato casero asustado, con muchas heridas internas y externas al que maltrataron y desecharon.
El veterinario nos dijo que lo castraría para soltar. Sabíamos que Trapo, de soltarlo, tendría que estar en perfectas condiciones. Esto supondría mucho tiempo en algún lugar donde recibiera unos cuidados mínimos. Nuestra falta de espacio y de acogidas nos obliga a tenerlo ingresado en una clínica 10 días hasta que no podemos permitirnos continuar pagando los gastos veterinarios. Acabó en casa de uno de lo componentes de 4 gatos en acogida permanente ya que necesita un control y unos cuidados muy especiales.
Relatar todo lo que se le ha hecho sería interminable, todas las semanas hemos acudido al veterinario: diabetes, inmunodeficiencia, tiña, pólipos, ácaros, anemia, quiste en tiroides, válvulas del corazón en mal estado… Nuestras inversión a día de hoy ha sido de más de lo que cualquier protectora o particular gastaría.
Sí, decimos inversión. En salvarle, en curarle, en darle una calidad de vida mejor, porque Trapo se lo merece, merece que le resarzamos de todo el daño y dolor que ha recibido injustamente porque es el gato más amoroso y más agradecido que hemos conocido. Mucha gente pensará que por qué “gastamos” tantas fuerzas humanas y económicas en él, pensará que quizá hubiera sido mejor dormirle y no hacerle sufrir. Trapo no es un “gatito de internet” gracioso. Es un amable anciano que nadie quiere adoptar, que genera gastos y requiere de atención contínua.
El caso es que Trapo no quiere morir, quiere vivir, es feliz y su comportamiento nos lo indica. Nunca ha perdido su interés por la comida y la vida y ahora juega como un cachorrón. Nunca nos ha dado motivos para hacerle desaparecer. ¿Por qué la vida de Trapo valdría menos? Veneremos a nuestros ancianos y démosles una vida tranquila y feliz.