Los gatos saben interpretarse las señales cuando de mover bigotes se trata, así como los humanos somos capaces de reconocer las caras de alegría, enfado o miedo sin dificultad. Son absolutamente fundamentales durante su vida.
Los bigotes son pelos muy largos y sensibles al tacto y al movimiento del aire. Los tienen en el hocico y las cejas y les sirven para más muchas más cosas de las que pensamos. Son tres veces más profundos que los pelos normales para evitar que se desprendan, más largos y mucho más necesarios aunque resulte increíble. Están sujetos a los músculos faciales de modo que puedan moverse a la vez que estos. Hacia delante para investigar algo curioso, hacia detrás ante una pelea, hacia los lados cuando han de calcular un sitio de paso estrecho y han de medir si les cabe el cuerpo, hacia abajo si están asustados.
Son tres veces más profundos que los pelos normales para evitar que se desprendan, más largos y mucho más necesarios aunque resulte increíble. Estan sujetos a los músculos faciales de modo que puedan moverse a la vez que estos. Hacia delante para investigar algo curioso, hacia detrás ante una pelea, hacia los lados cuando han de calcular un sitio de paso estrecho y han de medir si les cabe el cuerpo, hacia abajo si están asustados. Actúan prácticamente como las manos humanas puesto que también son receptores de frío, calor y movimientos del aire: un insecto por silencioso que sea, no pasará desapercibido para nuestros mininos.
Al moverse a la vez, estos músculos le sirven al gato para mover los bigotes hacia delante cuando quiere investigar a una presa o a cualquier otro gato, o para apartarlos. Aunque no se les suele dar importancia, estos pelos le ayudan en el acecho de la presa y el cálculo del aterrizaje después de un salto.