Esa colonia en proceso de control, nos quita el sueño. Los bebés no suelen tener mucha esperanza de vida y Ónix seguía los pasos de no habernos avisado su anciano alimentador para que fuésemos a recogerla de urgencia. Esa tarde de domingo salió ciega de entre los matorrales para sentir un poco el sol en su escuálido cuerpecito, mientras su mamá reponía fuerzas con una latita. Allí se tumbó en el sucio asfalto, sin ver. Apenas sintió cuándo me acercaba a ella y la cogí sin ofrecer apenas resistencia, sin intentar morderme; le quedaban pocas horas de vida, apenas debía de alimentarse, ni siquiera con la leche de su mamá. La cubrí con una toalla, la apreté contra mi cuerpo y la llevé a un sitio seguro, limpio y nos dispusimos a darle pienso de bebé y latita, de la que alimenta. Estaba totalmente amarilla, con posible bartonelosis por picadura de pulga, totalmente deshidratada y sin alimentarse correctamente varios días. No pudo conservar su ojo izquierdo porque se le perforó al día siguiente de llevarle a su amorosa acogida. Ónix es una gata buenisima, se deja hacer desde el minuto uno que la cogimos. Es bonita y, quizá la más tranquila de sus hermanos, pese a sólo tener un ojito es bonita, es preciosa por dentro y por fuera. De haberla dejado a su suerte, hoy, Ónix no seguiría viva, ahora sólo nos queda encontrar esa persona sensible que sepa ver en Ónix esa piedra “semipreciosa”? que nosotros sí hemos podido ver. Son 2 mesecitos de vida pero quiere formar parte de tu familia para siempre si tú la dejas.