La historia de Teia comienza el 25 de mayo del 2020 de madrugada. Con tan solo mes y medio ya sabe lo que es pasarlas canutas. Aquella mañana nada parecía fuera de lo habitual, dentro de las circunstancias de estas semanas de estado de alarma, claro. Llegada al garaje subterráneo de la urbanización, arranque y antes de llegar a la puerta de salida, toda esa rutina cambió de repente. Un maullido muy fuerte se escuchó y retumbó haciendo un eco tremendo en esa planta del garaje. Al principio uno piensa que podría ser algún gatillo al que llevan de viaje en coche, pero ese instinto que se mezcla con la experiencia, te indica que ese maullido de bebé está pidiendo auxilio. Lo primero que uno piensa es que por despiste se ha quedado encerrado y empieza a buscarlo por donde parece que provienen los maullidos así que mira por debajo de los coches, entre un coche y otro y la nada más absoluta. El siguiente paso en aislar de donde provienen los maullidos y localizar a ese bebé. Difícil cuando de repente se callan por el susto tan grande que tienen y solo toca esperar a que esté bien pero asustado. Por fin después de media hora ese bebé volvió a maullar, esta vez con menos fuerza, como si estuviera agotado y sin fuerzas. Sabes que el tiempo corre en su contra pues no sabes el tiempo que llevará allí metido. El siguiente paso es localizar al dueño, aunque localizarle no garantice el que deje husmear en el coche, pero al menos hay que intentarlo. Afortunadamente al se una comunidad de vecinos, entre unos y otros averiguan quien es el dueño, le piden que baje al garaje para abrir el capó de su coche, pues un cachorrito de gato parece haberse quedado atrapado en el motor de su coche. Cuando parecía que las cosas se enderezaban y habíamos conseguido lo más difícil, el bebé dejó de maullar. Abrir el capó y buscar con la linterna no consiguió localizarle. Dar golpes para ver si salía de su escondite tampoco dio resultado. Ya no sabía uno que pensar. La solución vino con un vídeo de maullido de gatito, con ese estímulo el cachorrito empezó a desgañitarse y pudimos volver a tener esperanzas. Bien, dueño localizado, coche abierto y bebé vivo pero es que ni abriendo el capó ni buscando con linternas pudimos localizar su escondite exacto. Como el destino es así de curioso, un vecino mecánico de profesión vio el lío que había montado y se ofreció a pesar de llegar tarde al trabajo a desmontar la parte delantera del coche, con el permiso del dueño quien estaba más preocupado por salvar a ese gatillo que el transtorno de desmontar su coche, cosa que agradeceremos infinitamente. Después de 4 horas y media, de desmontar todo el frontal, el brazo largo de Jorge, nuestro voluntario más imprescindible, logró cogerle de su pequeño cuerpecito y sacarle de aquel hueco imposible. Se resistió un poco pero era por el susto que debía tener. El viernes fue la última vez que el coche se movió, creemos que desde ese día estuvo allí encerrado y hasta el lunes que oímos los maullidos. Fue una suerte que uno de los miembros de la asociación viviera todo en primera persona, pues tenía más experiencia en cómo actuar, aunque sinceramente, por mucha experiencia que uno tenga, cada caso es un mundo y nunca hay una forma única de resolverlo. Ese bebé es una chiquitaja de solo mes y medio con muchas ganas de vivir y ha demostrado que quería seguir adelante. A veces los coches son una trampa mortal, se refugian por miedo, frío o despiste en esos huecos de los coches por donde acceden desde el suelo. Siempre antes de arrancar un coche es aconsejable dar unos golpecitos en el capó, les da tiempo a salir. Si son muy bebés, no tienen tiempo y lamentablemente mueren. Avisar a policía o intentar localizar a los dueños es de vital importancia. Hemos hecho del mundo un lugar nuestro, asfaltando y construyendo en medio de la naturaleza, los artefactos inventados por el hombre destruye su hábitat y esta gatita seguro que era de la calle y se refugió allí. Esta vez Teia podrá tener una segunda oportunidad, solo necesita encontrar un hogar definitivo. Se lo das tú?